Ser Padre Es Tener Un Trabajo Que Nunca Termina

Ser Padre Es Tener Un Trabajo Que Nunca Termina

Cinco creencias erróneas que impiden a los padres educar correctamente

La llegada de un hijo siempre supone un cambio de 180º, no importa si es por primera vez o se trata de un hermanito para el primogénito. Ser padre es un acontecimiento realmente maravilloso. Toda una aventura llena de magia, emociones, ilusiones y esperanzas. Teñida de dulzura, ternura e inocencia. Implica un amor inexplicable capaz de desbordar hasta los más duros corazones.

Emprender el camino de la paternidad es descubrir con asombro las infinitas sorpresas que conlleva ser padre. Una bendición por la que te sentirás dichoso y agradecido día tras día. Asumir el desafío de afrontar, con una alegría inaudita, las responsabilidades y obligaciones propias de un rol que no puede reducirse a un aspecto biológico.

Desde que esa nueva vida irrumpe en la tuya, comprendes que los intereses y el interés de tus hijos se antepondrán a los tuyos. Sobre todas las cosas, entenderás que te tornarás un ejemplo o modelo a seguir para esos niños que lo absorben todo.

¿Qué se siente al ser padre? Es una de las cosas más difíciles que hay, pero a cambio te enseña el significado del amor incondicional.

-Nicholas Sparks-

 Los Privilegios de Ser Padre

Ser padre no es como cualquier profesión. Pues en este caso, primero se otorga el título, y luego se aprende la carrera. Es dar vida, y mantenerla. Sembrar paciencia y regar amor día a día para finalmente cosechar una persona única, especial e íntegra. Nadie nace con un manual para ser padre bajo el brazo. Pero al menos todos contamos con una guía que nos recuerda lo que vivimos como hijos. Por eso mismo, querido padre, sufres cuando escuchas un sollozo o un llanto de tu hijo.

También sufres en la separación por sus primeros días de escuela, al ver sus pequeños ojos luminosos cristalizados por las lágrimas. Comienzas a sufrir con las vacunas y las primeras pestes. Hasta las preliminares salidas nocturnas de la adolescencia y un posible nido vacío te atormentan.

Aun así, entiendes que lo lógico es reforzar desde pequeños sus alas para al fin dejarlo volar. Sin temor ni angustia. Porque tienes la certeza de haber sido un excelente papá que lo dio todo para que su hijo sea feliz. Para dotar con las mejores herramientas y valores a ese pequeño gigante. Y todo lo hiciste en nombre del amor, de la familia que construiste. Y aquellos antiguos miedos se perdieron por algún rincón vaya a saberse cuando. Probablemente mientras peinabas a esa princesa, o dejabas que tu médica preferida curara tus «pupas» con su instrumental plástico.

Quizás perdiste ese absurdo temor en el parque, cuando jugabas a la pelota con el futuro Messi, o en aquel río donde compartías aventuras de pesca y unas charlas que siempre quedarán grabadas en su corazón. Todo eso, querido padre, habla de tiempo y de dedicación. Desde luego, también de esfuerzo. Lo has hecho muy bien, papi.

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Por eso y por mucho más, ser padre es una aventura. Quizás la más bonita de todas. Enfrentar aterradores desafíos que se tornan en experiencias gratificantes. Embarcarse en

un camino de aprendizaje y enseñanzas mutuas. Entregarse por completo a un amor sin igual que te cambiará la vida para siempre.



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