Ser
Padre Es Tener Un Trabajo Que Nunca Termina
La llegada de un hijo
siempre supone un cambio de 180º, no importa si es por primera vez o se trata
de un hermanito para el
primogénito. Ser padre es un acontecimiento realmente
maravilloso. Toda una aventura llena de magia, emociones, ilusiones y esperanzas.
Teñida de dulzura, ternura e inocencia. Implica un amor inexplicable capaz de
desbordar hasta los más duros corazones. Emprender el camino de la paternidad es
descubrir con asombro las infinitas sorpresas que conlleva ser padre. Una
bendición por la que te sentirás dichoso y agradecido día tras día. Asumir el
desafío de afrontar, con una alegría inaudita, las responsabilidades y
obligaciones propias de un rol que no puede reducirse a un aspecto biológico. Desde que esa nueva
vida irrumpe en la tuya, comprendes que los intereses y el interés de tus hijos
se antepondrán a los tuyos. Sobre todas las cosas, entenderás que te tornarás
un ejemplo o modelo a seguir para esos niños que lo absorben todo. ¿Qué
se siente al ser padre? Es una de las cosas más difíciles que hay, pero a
cambio te enseña el significado del amor incondicional. -Nicholas
Sparks-
Los Privilegios de Ser Padre Ser padre no es como cualquier
profesión. Pues en este caso, primero se otorga el título, y luego se aprende
la carrera. Es dar vida, y mantenerla. Sembrar paciencia y regar amor día a día
para finalmente cosechar una persona única, especial e íntegra. Nadie nace con un manual para ser padre bajo
el brazo. Pero al menos todos contamos con una guía que nos recuerda lo que
vivimos como hijos. Por eso mismo, querido padre, sufres cuando escuchas un
sollozo o un llanto de tu hijo. También sufres en la separación por sus primeros días de escuela, al ver
sus pequeños ojos luminosos cristalizados por las lágrimas. Comienzas a sufrir
con las vacunas y las primeras pestes. Hasta las preliminares salidas nocturnas
de la adolescencia y un posible nido vacío te atormentan. Aun así, entiendes que lo lógico es reforzar desde pequeños sus alas
para al fin dejarlo volar. Sin temor ni angustia. Porque tienes la certeza de
haber sido un excelente papá que lo dio todo para que su hijo sea feliz. Para
dotar con las mejores herramientas y valores a ese pequeño gigante. Y todo lo
hiciste en nombre del amor, de la familia que construiste. Y aquellos antiguos
miedos se perdieron por algún rincón vaya a saberse cuando. Probablemente mientras
peinabas a esa princesa, o dejabas que tu médica preferida curara tus «pupas»
con su instrumental plástico. Quizás perdiste ese absurdo temor en el parque, cuando jugabas a la pelota con el futuro Messi, o en aquel río donde compartías aventuras de pesca y unas charlas que siempre quedarán grabadas en su corazón. Todo eso, querido padre, habla de tiempo y de dedicación. Desde luego, también de esfuerzo. Lo has hecho muy bien, papi.
Por eso y por mucho más, ser padre es una aventura. Quizás la más bonita de todas. Enfrentar aterradores desafíos que se tornan en experiencias gratificantes. Embarcarse en un camino de aprendizaje y enseñanzas mutuas. Entregarse por completo a un amor
sin igual que te cambiará la vida para siempre. |
Comentarios
Publicar un comentario